¿Cómo fue el momento en el que le comunicaron su designación como pregonero y cuáles fueron sus primeros pensamientos?
Fue en el verano. Recibí una llamada del presidente de la Agrupación. Inmediatamente le dije que sí. Para mí es todo un honor poner palabras a sentimientos de algo tan especial como es nuestra Semana Santa.
Mis primeros pensamientos se dirigieron a mi madre, a mi padre, a mi mujer, mis hijos, mis nietos, mi familia. A todos esos que nos precedieron. Al mismo tiempo, inmediatamente me acordé de mis nietos, ellos son mi futuro y esta es una gran ocasión para hablarles a ellos de nuestras tradiciones en primera persona.
Usted como empresario sabe llevar sobre sus hombros gran responsabilidad. ¿Cómo ha llevado en estos meses tal encargo de la Semana Santa de Loja?
Es cierto que, como empresario, estoy acostumbrado a asumir grandes desafíos. Estos son, sin embargo, retos cuantificables, tienen que ver más con el cerebro. Éste de pregonar a la Semana Santa de tu ciudad, es distinto. Es una aventura en la que tiene que hablar tu corazón.
Estos meses de preparación han sido trepidantes. Gracias a la preparación del pregón me he sumergido en aspectos de nuestra Semana Mayor y sobre todo de nuestras Hermandades y Cofradías que, si bien conocía, no había explorado lo suficientemente.
De unas primeras semanas en las que es cierto aquello de lo provocador que resulta un papel en blanco, pasas a derrochar ideas, vivencias y vas comprobando que el pregón tiene vida propia y te va llevando por unos derroteros que no habías pensado.
Conté en el pregón cuál fue ese momento de inflexión en el que vi claro por dónde tenían que ir mis palabras y mi pensamiento.
Sus raíces profesionales son conocidas y reconocidas, pero no tanto sus sentimientos cofrades. ¿De dónde le viene su acercamiento a esta tradición?
En esto creo que no voy a ser muy original. Como a la inmensa mayoría de los cofrades, este acercamiento a la hermosa tradición de nuestras Hermandades y Cofradías me la inculcaron mis padres. Sobre todo mi madre. Ella era una gran devota de Juan Pablo II. Llegó a predecir que sería santo.
Luego cuando vas creciendo empiezas a tener tu propio criterio y con la base que te han proporcionado tus padres, te acercas a una Cofradía o a una imagen en particular. Esto no significa que no estés próximo a las demás.
Usted es hermano del Cristo de los Favores, ¿qué representa para usted el titular del Jueves Santo por la noche?
Es la imagen por la que tengo una profunda devoción. Con la que me encuentro en mis momentos más íntimos. La noche del Jueves Santo, es el momento necesario y uno de los pocos del año, en los que me refugio en mi yo interior y me permite reflexionar. En convertirme en un hombre nuevo. Es donde “recargo las pilas” para ir tirando el resto del año.
Le gusta ser un hermano de vela más, pero ¿se ha quedado con las ganas, o aún las tiene, de participar de otra forma tal como horquillero o incensario?
Fui en mi niñez y juventud, tambor negro. Fue una experiencia que recuerdo como de las más emotivas de mi vida. También fui mayordomo de la Virgen de las Angustias de Granada y tuve el honor de ser horquillero de Ella, lo que me permitió llevarla hasta su Basílica. Alguna vez, quizá me he planteado en Loja salir en otro puesto, pero sigo buscando ese momento íntimo, esas horas reservadas para mí. Pasar de la forma más desapercibida, y eso solo lo puedes encontrar como hermano de vela. Siempre he pensado en esa aparente contradicción en la que tú vas dando luz, cuando tú también la vas buscando.
En su pregón abrió el corazón a sus raíces y vivencias. ¿Qué ha buscado en su alocución?
He buscado llegar a los que más necesitan unas palabras de aliento. No he querido recrearme en lo estético de nuestra Semana Mayor. Me parece que es una línea que ya han tocado otros pregoneros que me han precedido.
Después de lo que hemos o estamos pasando, he querido aprovechar la oportunidad que da el altavoz del atril, para dirigirme a todos nuestros conciudadanos que lo están pasando mal y no me refiero solo a nivel económico. Mi texto ha tenido, o al menos lo he intentado, que tuviera un profundo sentido cristiano y que ponga sobre el tapete algunos problemas sociales en los que, como cristianos que somos, debemos involucrarnos.
Ha sido un momento de nervios pero también de emoción. ¿A quién le ha dedicado este hito de su vida y de quién especialmente se ha acordado?
Desde días antes he sentido eso de las “mariposas en el estómago”. Benditos esos emocionantes nervios. Me he acordado de los que ya no están físicamente, en especial de mi madre. Pero también de mi padre. Y por supuesto de mi familia: ellos son mi presente y mi futuro. Al fin y al cabo, yo solo soy un eslabón de una hermosa cadena que une a los que me precedieron con los que me sucederán.
Su pregón ha sido el que arranque una Semana Santa de nuevo con tronos en las calles. ¿Cómo esperas o deseas que sea?
Simplemente que sea como las de antes de la pandemia. Unos días en los que podamos disfrutar de la familia y los amigos. De poder emocionarnos y volver a vivir esos momentos que aunque se repitan año a año, siempre resultan nuevos.
Estos años sin tronos en la calle, nos han enseñado de la importancia de esos momentos. Ha sido un vacío, y lo digo en sentido literal, que no se ha podido llenar. Es lo que más echamos en falta y por tanto lo que más necesitamos. Creo que es lo que más le podemos pedir a la Semana Santa de este año.