Estos son los incensarios
los primeros que lo vieron
después de haberlo azotado
y a la voz de un pregonero
la muerte le han sentenciado
Con esta letra de presentación, nada esclarecedora, entran los Incensarios en las procesiones. Pero, ¿quiénes son los Incensarios? Una de las figuras más emblemáticas de la Semana Santa de Loja no tiene una fácil definición. Más de una vez, ante la visita de alguien de fuera que no conoce la tradición, nos hemos visto en un serio aprieto para explicar con pocas palabras qué y quiénes son los Incensarios.
El diccionario de la RAE dice que un incensario es un brasero pequeño con cadenillas y tapa, que sirve para incensar. De ahí toman su nombre los Incensarios y con él perfuman de incienso las procesiones, las calles, los templos y los domicilios que visitan. El incensario como instrumento es denominado en nomenclatura lojeña cacharro, para diferenciarlo del Incensario como personaje.
Los Incensarios son, por tanto, turiferarios, es decir, quienes portan el incienso. Pero no son unos turiferarios al uso, sino ricos en singularidades. Singular es su peculiar vestimenta, su forma de salmodiar saetas de forma dialogada, sus movimientos simbólicos ante Imágenes, altares y estandartes, acompasando el sonido de las cadenillas y las navetas, que por deformación fonética en Loja se conocen también con el nombre de gavetas. Analicemos por partes todo este conjunto de información.
Los Incensarios se agrupan en formaciones de ocho personas que se denominan Corrías. En cada Corría hay una persona al mando, que es conocido con el nombre de Maestro o Señiero, que es quien tiene bajo su responsabilidad la coordinación de la Corría en el momento de las danzas y los cantes, la toma de decisiones cuando se está en la calle, la responsabilidad ante las Hermandades y Cofradías, la formación de nuevos componentes y la relación con otros grupos. De todas las características de una Corría, es la más valorada y fundamental el hecho de que los componentes de una misma Corría sean amigos o terminen siéndolo por pertenecer a una misma Corría. Forma parte de las vivencias personales que nunca se olvidan.
Las Corrías de Incensarios no forman parte del cortejo procesional, entran y salen de las mismas para, en un lugar concreto y prefijado, cantar y danzar ante los elementos procesionales, en lo que se conoce como Golpe. Además de en las procesiones, los Incensarios visitan los templos lojeños para incensar allí Imágenes y altares, reminiscencia de la práctica antiquísima de andar o recorrer los monumentos que los parroquianos hacían en los días grandes de la Semana Santa. También visitan domicilios de particulares, unas veces familiares, otras veces personas que han tenido a bien invitar a una Corría para ofrecerles refrigerio, comida y descanso entre golpe y golpe. Es conocida la antigua costumbre, hoy perdida, que tenían las familias notables de la Ciudad de pagar por la visita de los Incensarios, dinero con el que estos sufragaban los gastos derivados de su actividad semanasantera. A cambio, además de cantar y danzar en sus domicilios, los Incensarios dejaban papelillos impregnados en incienso, como recuerdo de su grata visita.
Puede comprobarse que, en un corto espacio de tiempo, los Incensarios deben desplazarse a diferentes puntos de Loja, bien a puntos concretos de las procesiones para dar un golpe, bien a Iglesias y Ermitas, bien a visitas domiciliarias (u otros lugares donde descansar). De ahí que su paso sea ligero, acompasado y en cierta manera, marcial. Se les puede ver pasar a toda velocidad, en fila de a dos o de uno en uno, atravesando el gentío, recorriendo de punta a punta la procesión, desplazándose de un lugar a otro como definía acertadamente Doña Emilia Pardo Bazán: Y en vez de ir pausados, solemnes, como los grandes encaperuzados inquisitoriales que arrastran tres metros de fúnebre cola, los Incensarios van raudos y ligeros, a manera de aves, a postrarse en las bocacalles al paso de las esfinges, a incensarlas con ceremonias especiales para cada una (La Ilustración Artística, 1905).
Más singularidades. Los Incensarios que componen una Corría no necesariamente pertenecen a la Hermandad o Cofradía que organiza la procesión. Tradicionalmente y en la mayoría de los casos el derecho a incensar se ha adquirido por subasta y, en tiempos más recientes, por contrato. Es decir, mediante pago. En estas subastas o en la modalidad de contrato no se adhiere el derecho de forma individual, sino conjunta, para una Corría entera. Los gastos derivados de esta subasta o contrato son abonados por todos los miembros de la Corría por igual.